Alrededor del año 2980 a .c. los egipcios se
preocupaban principalmente en la construcción de pirámides. Un día dos niños,
cuyos padres trabajaban para el faraón y construían la gran pirámide de Keops,
se pusieron a jugar entre las piedras a un juego parecido al actualmente
conocido como las escondidas. Unas horas después los niños, cuyos nombres eran
Calimbo y Jamcocs, encontraron una piedra un poco extraña. Ésta era puntiaguda
de un color parecido al rojo. Los chicos egipcios guardaron esta piedra y decidieron llevársela a sus padres. Como la
pirámide de Keops, donde los papás de los niños trabajaban, estaba del otro
lado del Nilo y era verano, no sabían cómo cruzarlo, ya que en esa época el
Nilo estaba inundado. Entonces decidieron hacer una balsa para cruzar. Buscaron
ramas, juncos y madera hasta que la terminaron. La cubrieron con barro para que
no entre agua y que no se hunda. Cuando se secó y quedó dura empezaron a cruzar
el río. Ya que no tenían remos se impulsaban con las manos. Eso les causó un
gran retraso. Cuando llegaron a la orilla se refrescaron un poco y empezaron su
viaje a pie. Guardaron agua en unas vasijas que traían con ellos, porque les
aguardaba un largo camino de 5
millas a pie. Fueron a una aldea y pidieron si les
prestaban una pequeña mula para llevar sus vasijas, se la pidieron a un
comerciante amigo de sus padres. Luego de hacer 100 metros perdieron de
vista la aldea. Recorrieron otros cien metros más y empezaron a sentir sed,
mucha sed y calor. Tomaron agua de la que habían recogido del Nilo y le dieron
a la mula también. De repente Calimbo, que llevaba la piedra, sintió que ésta
vibraba. La sacó de su bolsillo y la vio un poco más grande. No se preocupó y
siguió su camino sin decirle nada a Jamcocs. Luego de hacer la primera milla se
acostaron a dormir y cubrieron sus cuerpos con una manta que traía la mula
encima, ya que las noches en el desierto son muy frías.
Al
otro día, cuando se despertaron, vieron la piedra. Estaba enorme, más alta que
los dos niños juntos. En ella había toda clase de bichos, escarabajos,
escorpiones, etc. De repente vieron algo peor, una tormenta terrible de arena
se acercaba. Creyeron que iban a morir, pero para su sorpresa cuando la
tormenta los alcanzó, ellos se escondieron detrás de la piedra y ésta,
sorprendentemente, funcionaba como una especie de campo de fuerza. Los niños
veían pasar a su lado la tormenta, que arrastraba serpientes, toda clase de
bichos, cactus, etc. Cuando la tormenta pasó los chicos salieron de su
escondite y vieron que del otro lado de la piedra había pegadas serpientes,
escorpiones, escarabajos y para su desgracia la mula. Cuando la observaron más
detenidamente vieron que se parecía a una de las pinturas rupestres que había
dentro de las pirámides. Luego de unas horas decidieron seguir su recorrido
dejando atrás la piedra.
Después
de dos días llegaron a la pirámide de Keops, que todavía estaba en
construcción. Vieron a sus padres descansando porque el faraón les dejó hacer
un receso. Se saludaron, ya que no se veían desde hace un mes. Los padres de
los niños les dijeron que volverían en tres meses a su hogar. Los chicos les
contaron su recorrido por el desierto, los padres los retaron pero luego de
tranquilizarse, fueron y le contaron al faraón sobre la piedra. El faraón mandó
a 10 de sus hombres a traerla. La pusieron como monumento en medio de la
pirámide. Los niños recibieron su recompensa, que fue de 10 monedas de oro. La
familia de los chicos usó la recompensa para pagar una nueva casa de cerámica y
vendieron su choza hecha de juncos.
Se cree que hoy en día la piedra está en un museo de
Egipto, escondida. Lo que encontraron los arqueólogos fueron los cuerpos de
esta familia, junto con rastros de su casa de cerámica. También se encontró la
balsa en el fondo del Nilo.
Thomas (1º C Inst. Holters)
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