3000 años antes de Cristo, en Egipto, gobernaba
un faraón llamado Tutankamón. Fue criado por una nodriza. Él creía que era la
figura más importante entre todos los faraones que habían gobernado y que
gobernarán. También creía que era un descendiente directo de los dioses. Por
eso era engreído, presumido y sobre todo arrogante. Sus súbditos lo sabían pero
ninguno se atrevía a decírselo.
Un día, Tutankamón sentía deseos de casarse
asíque ordeno que buscaran a las mujeres mas bellas del reino. Entonces
trajeron a diez mujeres. Todas eran hermosas, pero una de ellas llamo
rápidamente la atención del joven.
Una muchacha de ojos azules, cabello rubio y
vestida casi idéntica a un ángel. Tutankamón no lo pensó por mucho tiempo y se
acerco a ella con una mirada superficial.
La miro
fijo a los ojos y le dijo:
-Tienes
suerte, vas a casarte conmigo.
La muchacha
lo miro con cara de desprecio y le dijo:
-No,
gracias.
-¿Como que
no?-dijo el con decepción y furia.
-No, yo no
estoy aquí por mi voluntad. Mi familia me ordeno que viniera y no tuve otra
opción pero de algo estoy sumamente segura y es que no voy a casarme contigo.
-Yo no creo
eso, soy el faraón y debes casarte conmigo si así lo deseo.
-No quiero
casarme contigo. No eres nada de lo que deseo para mí.
-¿Por qué?-
pregunto Tutankamón con una mirada desafiante.
-Porque no
me gustan los hombres engreídos y posesivos como tu. Yo quiero un esposo que me
haga sentir especial e importante para él, no un niño que cree ser el centro del
mundo.
Tutankamón se sintió humillado y completamente
enojado con ella. Aunque no quiso comenzar una discusión con ella porque sintió
algo en el que nunca antes había sentido.
-No soy ni
engreído ni posesivo. Además tú tampoco me conoces. Crees tener la razón pero
no la tienes. Crees que por ser hermosa y delicada todos los hombres se rinden
a tus pies, pero no es así.
-Ninguno de
los hombres que conozco se me ha declarado aun, y aunque me digas que soy
hermosa y delicada nada me hará cambiar de opinión.
-No estaba
tratando de cambiar tu opinión, solo es lo que creo yo.
-¿En serio?
-Si. Es que
en el preciso instante en que te vi me sentí diferente, es algo que nunca había
sentido por nada ni nadie.
La hermosa
chica de cabellos rubios, que en realidad se llamaba Akana, se sintió alagada y
atraída al instante.
-Bueno,
gracias-respondió ella sorprendida.
-De nada,
pero es lo que realmente pienso.
-Bueno,
debo irme, lamento todo esto que paso, solamente creí que ibas a encerrarme o a
castigarme por esta discusión que tuvimos.
-Esta bien,
puedes irte.
-Gracias.-
dijo Akana totalmente conmocionada- Aunque, si quieres podemos ser amigos.
-Si, me
encantaría.-dijo Tutankamón esperanzado.
Entonces
Akana se fue.
Cuando
llego a su casa su madre la miro como esperando a que ella le contara algo de
su visita a el faraón.
Akana la
miro y le dijo:
-No te
esperances mucho, no pasó ni pasará nada.
-¿Cómo que
nada?-pregunto su madre desilusionada.
-No, no
pasará nada, el no me gusta como persona y no quiero un hombre que cree que
todo el mundo gira entorno a el. Aunque es algo tierno cuando quiere.
-¿Te gusta
o no, hija mía?-pregunto la madre algo confundida.
-No lo se,
estoy confundida. Voy a salir, necesito pensar un poco.
Luego, Akana fue a la pirámide de Keops, que
era la tumba más grande de Egipto y que la ayudaba a pensar con sabiduría
porque era un lugar tranquilo.
Cuando
llego se sentó en una piedra y comenzó a meditar lo que había pasado ese día
con Tutankamón.
Luego de estar pensado unas dos o tres horas se
decidió. Fue a hablar con el joven faraón. Cuando llegó pidió hablar con
Tutankamón inmediatamente. Y así fue.
Cuando lo
vio pidió hablar con él a solas, y todos se retiraron de la habitación.
-Dime que
necesitas.- dijo él.
-Estuve
pensando y decidí casarme contigo.-dijo sonriente Akana.
-¿Que? ¿Por
que cambiaste de opinión?-dijo Tutankamón totalmente sorprendido.
-Porque me
di cuanta que mas allá de lo que muestras ser, eres comprensivo, seguro y
tierno. Me gustan los hombres así. Además me di cuenta que yo fui muy terca y
no te di una oportunidad para demostrarme como eres en realidad. Perdóname.
-Esta bien,
entonces, ¿quieres casarte conmigo?
-¡Si!-respondió
Akana feliz.
Un mes después se casaron y tuvieron un hermoso
bebe, Kefren, quien los hizo muy felices y heredó el trono. Gracias a ese
hermoso niño, vivieron enamorados y agradecidos de haberse conocido.
Fin
Tamara (1ro. B - Inst. Holters)
esta bueno, tama
ResponderEliminarjajajajjaj te gusto a vos también que te pones ¨esta bueno,tama¨ jajajajaja
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